El matcha es un polvo fino elaborado a partir de hojas jóvenes de té verde (*Camellia sinensis*) cultivadas bajo sombra, lo que incrementa su contenido de clorofila y aminoácidos. A diferencia del té verde infusionado, en el que se desechan las hojas, el matcha permite ingerir la hoja entera, concentrando así catequinas, L-teanina y otros compuestos bioactivos de interés para la salud.
Cuando se habla de matcha “orgánico” se hace referencia a un producto cultivado bajo certificaciones que prohíben pesticidas sintéticos y fertilizantes químicos, reduciendo la exposición a residuos agrícolas. Aunque esta característica no modifica de manera sustancial la composición de antioxidantes o cafeína, sí asegura un estándar de producción más limpio y confiable para el consumidor.
Uno de los principales beneficios del matcha es su alto contenido de antioxidantes, especialmente epigalocatequina galato (EGCG). Esta catequina ha sido ampliamente estudiada por su capacidad de neutralizar radicales libres y disminuir el daño oxidativo, lo que contribuye a reducir procesos inflamatorios crónicos. Un análisis publicado en *Food Chemistry* reporta que el matcha presenta niveles de EGCG superiores al té verde convencional.
En relación con el metabolismo, investigaciones en modelos animales y estudios preliminares en humanos han mostrado que el matcha puede mejorar la regulación de la glucosa en sangre e inhibir parcialmente la digestión del almidón, ralentizando los picos de glucemia postprandial. En ratas alimentadas con dietas altas en grasa, el consumo de matcha se asoció con menor ganancia de peso, reducción de grasa visceral y mejor perfil lipídico (colesterol y triglicéridos). Si bien los resultados en humanos aún son limitados, apuntan a un potencial efecto coadyuvante en la prevención de trastornos metabólicos.
Otro aporte relevante está en el área cognitiva. El matcha combina cafeína con L-teanina, un aminoácido que promueve un estado de alerta relajado. Estudios clínicos han mostrado que esta sinergia mejora la atención, la memoria y los tiempos de reacción en comparación con placebo. Además, se ha sugerido que el consumo habitual de matcha podría ayudar a reducir la respuesta fisiológica al estrés y mejorar la calidad del rendimiento mental en situaciones de alta exigencia.
En cuanto a la salud cardiovascular, un metaanálisis revisado por Harvard Health Publishing señala que las catequinas del té verde pueden disminuir la presión arterial y los niveles de colesterol LDL. Estas observaciones se aplican al matcha, ya que concentra mayores cantidades de estas moléculas. Además, evidencia reciente de la Escuela de Salud Pública de Harvard indica que el consumo de matcha podría beneficiar no solo al corazón, sino también al cerebro y al microbioma intestinal, aunque aún se requieren estudios clínicos más extensos.
Beber matcha en agua, sin añadidos calóricos, permite aprovechar de manera directa estos compuestos bioactivos. Al no incorporar azúcares ni endulzantes, se evitan picos glucémicos y se preservan los efectos antioxidantes y metabólicos del té. No obstante, es importante subrayar que el matcha contiene cafeína, por lo que puede producir insomnio, palpitaciones o molestias gastrointestinales en personas sensibles, y que dosis muy elevadas de extractos de té verde han sido asociadas a hepatotoxicidad en casos aislados.
Fuentes citadas:
1) Harvard Health Publishing. *Matcha: a look at possible health benefits*. https://www.health.harvard.edu/staying-healthy/matcha-a-look-at-possible-health-benefits
2) Harvard T.H. Chan School of Public Health. *Matcha, brain, heart and gut health*. https://hsph.harvard.edu/news/matcha-brain-heart-gut-health/
3) Food Chemistry. *Protective effects of matcha on oxidative stress and inflammation*. https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0963996923005525
4) National Library of Medicine. *Effects of matcha on glucose metabolism in animal models*. https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC9792400/
5) National Library of Medicine. *Green tea catechins and human health*. https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC7796401/