El ayuno prolongado de 36 horas se divide en cinco fases que reflejan transformaciones profundas en el metabolismo humano. En la primera fase, entre 0 y 12 horas, predomina el uso del glucógeno almacenado en hígado y músculos. El organismo reduce gradualmente la insulina y aumenta la hormona de crecimiento, preparando el terreno para cambios posteriores.
La segunda fase, de 12 a 18 horas, corresponde al llamado “cambio metabólico”. El cuerpo empieza a agotar sus reservas de glucógeno y activa enzimas que facilitan la oxidación de grasas. En este punto se inician la producción de cuerpos cetónicos y la disminución progresiva de la sensación de hambre.
Entre las 18 y 24 horas se da la tercera fase: cetosis profunda y activación de la autofagia. El cerebro comienza a nutrirse principalmente de cetonas, lo que se traduce en mayor claridad mental. Al mismo tiempo, la autofagia aumenta hasta cuatro veces, eliminando proteínas dañadas y residuos celulares, mientras la hormona de crecimiento se eleva para proteger la masa muscular.
La cuarta fase, de 24 a 30 horas, marca el máximo de la transformación metabólica. El organismo alcanza su mayor eficiencia en la quema de grasa y en la regeneración celular. La autofagia neuronal se intensifica, reduciendo acumulaciones que se asocian con enfermedades neurodegenerativas. Además, se incrementa el factor neurotrófico BDNF, que estimula nuevas conexiones cerebrales.
Finalmente, en la fase de 30 a 36 horas, se consolida la flexibilidad metabólica y la biogénesis mitocondrial. El cuerpo se prepara para reanudar la ingesta de alimentos con una sensibilidad a la insulina altamente optimizada, lo que asegura un uso eficiente de los nutrientes. Se recomienda romper el ayuno con una comida ligera y rica en nutrientes, como caldos o vegetales al vapor, para mantener los beneficios obtenidos.
Este proceso no solo promueve la pérdida de grasa y la preservación muscular, sino que también fortalece la salud metabólica, optimiza la función cerebral y reduce marcadores de inflamación. Los beneficios pueden extenderse hasta 72 horas después de haber concluido el ayuno, consolidando un “reinicio metabólico” con impacto integral en el organismo.
Fuentes citadas:
1) Ho KY, Evans WS, Blizzard RM, et al. Fasting enhances growth hormone secretion and amplifies the complex rhythms of growth hormone secretion in man. J Clin Invest. 1988;81(4):968-975. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/3127426/
2) Cornford AS, Barkan AL, Horowitz JF. Rapid suppression of growth hormone after caloric restriction in humans: a potential mechanism for loss of lipid mobilization. J Clin Endocrinol Metab. 2011;94(3):965–972. https://academic.oup.com/jcem/article/94/3/965/2596752
3) Ganesan S, Ito S, Nagaoka Y, et al. Autophagy and fasting: the connection between cellular health and longevity. FEBS Lett. 2023;597(21):3347–3363. https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC10509423/
4) Madeo F, Zimmermann A, Maiuri MC, Kroemer G. Essential role for autophagy in life span extension. Curr Opin Cell Biol. 2015;31:96–102. https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S1568163718301478
5) Patterson RE, Sears DD. Metabolic Effects of Intermittent Fasting. Annu Rev Nutr. 2017;37:371–393. https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC4516560/
6) Hu C, Yan X, Chen Y, et al. Intermittent fasting improves glycemic control in patients with type 2 diabetes: a systematic review and meta-analysis. J Health Popul Nutr. 2025;44(1):5. https://jhpn.biomedcentral.com/articles/10.1186/s41043-025-01039-2
7) Nature Metabolism Editorial. Water-only fasting elevates growth hormone independently of weight loss. Nat Metab. 2024;6:103–105. https://www.nature.com/articles/s44324-024-00025-2