El salmón es una de las principales fuentes de ácidos grasos omega-3 en la dieta. Sin embargo, el contenido de estos nutrientes varía según se trate de ejemplares silvestres o de cultivo.
El salmón silvestre se alimenta de peces pequeños, kril y plancton, lo que le permite acumular más EPA y DHA en su carne y mantener una proporción muy baja de omega-6. En promedio, 100 g de salmón silvestre aportan entre 500 y 800 mg de EPA+DHA, con una relación omega-6 : omega-3 cercana a 1:10.
El salmón de cultivo recibe piensos que incluyen aceites vegetales como soya o canola, ricos en omega-6. Esto aumenta el contenido graso total y mantiene un buen aporte de omega-3 (1.200 a 1.500 mg por cada 100 g), pero con una relación omega-6 : omega-3 menos favorable, a menudo de 1:1 o 2:1.
Ambos son fuentes valiosas de omega-3, pero quienes buscan un perfil graso más equilibrado pueden priorizar el salmón silvestre o alternar con otras especies ricas en EPA y DHA, como sardinas y caballa.