La elección de proteínas animales en la dieta no solo depende de la cantidad de proteínas que aportan, sino también de los nutrientes específicos que cada alimento ofrece. La carne roja y el pescado, en particular, destacan por contener compuestos que no se encuentran en abundancia en otras fuentes.
En el caso de la carne roja, cortes populares como el lomo ancho o la punta de anca son ricos en hierro hemo, que el organismo absorbe con mayor facilidad, además de zinc, vitamina B12, creatina y carnitina. Estos nutrientes cumplen un papel clave en la producción de energía y la función neuromuscular. Una porción de 400 g de este tipo de carne, por ejemplo, cubre ampliamente los requerimientos diarios de hierro y B12.
Por su parte, el pescado graso como el salmón, la caballa o la sardina, aporta ácidos grasos omega-3 (EPA y DHA), esenciales para la salud cardiovascular y cerebral. El salmón silvestre suele tener un perfil más favorable de ácidos grasos que el de cultivo: aunque ambos son fuentes ricas en omega-3, el silvestre mantiene una relación más alta de omega-3 frente a omega-6 gracias a su dieta natural a base de peces y plancton. El de cultivo, alimentado con piensos que incluyen aceites vegetales, conserva un aporte importante de EPA y DHA, pero junto con un nivel mayor de omega-6, lo que hace menos óptimo su balance.
En Colombia, la mayor parte del salmón disponible proviene de Chile, principalmente de la Región de Los Lagos y Aysén. Aunque sigue siendo una fuente válida de omega-3, quienes buscan maximizar este nutriente pueden optar por variedades silvestres importadas o por pescados pequeños como la sardina, que suele encontrarse en conservas, aunque también puede conseguirse congelada o fresca en algunos mercados especializados.
El pollo, aunque popular, cumple un papel distinto: es una fuente de proteína magra de buena calidad, pero no ofrece un nutriente exclusivo como la carne roja con su hierro hemo o el pescado con sus omega-3. Por eso, muchas recomendaciones nutricionales priorizan el consumo de pescado graso y carne roja en cantidades moderadas, con el pollo como complemento.
En definitiva, una dieta que combine de manera equilibrada carne roja, pescado y otras fuentes proteicas puede cubrir de forma amplia las necesidades de micronutrientes esenciales. Priorizar pescados ricos en omega-3 y cortes de carne con buen aporte de hierro y zinc contribuye a un patrón alimentario variado y con beneficios comprobados para la salud.