Más allá del sexo: la afectividad como dimensión esencial de la sexualidad
La sexualidad abarca una amplia gama de expresiones humanas, y no se agota en la actividad sexual genital. La intimidad física no sexual, como abrazarse, acurrucarse, tocar, besar suavemente, acariciar, sostener la mirada o susurrar, también forma parte vital de esta dimensión.
Investigaciones en psicología señalan que el contacto físico no sexual –como masajes, caricias, abrazos, tomarse de las manos– está relacionado con mayores niveles de satisfacción en la relación y con mejor resolución de conflictos, según estudios del Instituto Kinsey y otras fuentes ((https://blogs.iu.edu/kinseyinstitute/2020/05/28/the-power-of-touch-physical-affection-is-important-in-relationships-but-some-people-need-more-than-others)).
La proximidad sin contacto físico, como sostener una mirada, también puede generar sensaciones de intimidad emocional comparables al contacto directo ((https://en.wikipedia.org/wiki/Physical_intimacy)).
El afecto físico no sexual favorece la liberación de oxitocina—la llamada hormona del vínculo—y reduce cortisol, generando una sensación de cercanía emocional, seguridad y relajación ((https://www.psychologytoday.com/us/blog/mental-health-nerd/202408/how-non-sexual-physical-affection-enhances-sexual-connection)).
La afectividad no sexual también está asociada con beneficios fisiológicos: abrazos, caricias o candorosas muestras de afecto contribuyen a la reducción del estrés y mejoran el bienestar general, según revisiones recientes basadas en múltiples estudios ((https://www.dailytelegraph.com.au/lifestyle/physical-touch-can-reduce-pain-and-depression-research-confirms)).
El "toque consolador", como un abrazo o tomar de la mano a alguien en angustia, provoca una liberación de oxitocina, dopamina y serotonina, al tiempo que disminuye el cortisol; estos efectos tienden a ser mayores si la persona que consuela es emocionalmente cercana ((https://en.wikipedia.org/wiki/Consoling_touch)).
La Teoría del Intercambio de Afecto (AET) explica que comunicar afecto es una conducta biológicamente adaptativa, que fortalece los vínculos, favorece la salud mental y contribuye al bienestar relacional ([(https://en.wikipedia.org/wiki/Affection_exchange_theory)).
Si dudas si estás siendo afectivo o recibiendo suficiente afecto, ten en cuenta que los gestos cotidianos –un abrazo espontáneo, una mirada cercana, un susurro al oído o tomarse de la mano– son expresiones esenciales de intimidad que fortalecen la relación, disminuyen el estrés y promueven el bienestar emocional. Reconocer un posible vacío afectivo es un primer paso valioso, y abrir un diálogo sobre tus necesidades puede marcar la diferencia.
La sexualidad, entendida de manera plena, va más allá del sexo. El deseo de acurrucarse, abrazar, mirar, tocar o susurrar son expresiones profundas de afecto fundamentales para las relaciones. La evidencia científica respalda su impacto positivo: fomentan la intimidad, disminuyen el estrés, aumentan el bienestar y promueven comportamientos saludables. Si sientes que falta afecto en tu relación, recuerda que son esos gestos sencillos los que pueden fortalecer el vínculo. Atrévete a expresarte, comunícate con tu pareja y valora las formas no verbales de conexión emocional.