DW Español presenta un panorama de largo aliento sobre el Imperio español, desde 1492 hasta el final de su expansión colonial. La pieza organiza los hitos en torno a dos tensiones constantes: la búsqueda de riqueza y poder, y la voluntad de dotar a esa expansión de reglas morales y estructuras estables. El resultado es un retrato con luces y sombras que evita simplificaciones.
El punto de partida es la empresa de Cristóbal Colón. El documental recuerda que una comisión de expertos había desaconsejado su plan por razones de cálculo y logística, pero que los Reyes Católicos lo respaldaron al prometer nuevas rutas comerciales hacia Asia. El primer viaje culminó en Las Bahamas y abrió un proceso de exploración y asentamiento con objetivos heterogéneos: lucro, evangelización y control político.
Muy pronto aparecieron fricciones. Informes sobre abusos y esclavización en La Española llevaron a la Corona a investigar la actuación de Colón y a retirarle privilegios. La narrativa subraya una dualidad que acompañará a todo el imperio: mientras se buscaban metales y rentas, también se intentaba fijar límites legales al trato de las poblaciones indígenas.
En 1511, la denuncia de frailes dominicos sobre malos tratos desembocó en el primer gran paquete normativo: las Leyes de Burgos (1512). Sobre el papel, reconocían a los indígenas como personas libres y dueñas de sus bienes, prohibían trabajos extenuantes y regulaban la encomienda; a la vez, mantenían la idea de conquista “justa” si se rechazaba el orden evangelizador. La contradicción entre principios y práctica marcó ese primer siglo.
La pieza explica que las victorias militares dependieron menos del número de soldados europeos y más de las alianzas locales. El caso de Hernán Cortés ilustra el patrón: con pocos cientos de españoles y decenas de miles de aliados indígenas —entre ellos tlascaltecas— tomó Tenochtitlán en 1521. El apoyo de intérpretes y mediadores, como Malinalli (la Malinche), fue decisivo para entender la política regional.
El relato también expone episodios de extrema violencia. Cita la campaña de Nuño de Guzmán en Nueva Galicia, con cacerías de esclavos y castigos ejemplarizantes que terminaron en procesos y destitución. El mensaje es claro: hubo abusos graves, a veces castigados, otras tolerados, en un contexto bélico donde las masacres eran frecuentes.
En el sur, Francisco Pizarro aprovechó la guerra civil inca entre Atahualpa y Huáscar para abrirse paso. La captura y ejecución de Atahualpa, pese al rescate de oro y plata, simboliza la mezcla de negociación, sorpresa militar y fracturas internas que favorecieron la conquista de Cuzco en 1533. La expansión continuó con nuevas audiencias y virreinatos.
La Corona intentó dotar de marco ético y jurídico a ese proceso. La Controversia de Valladolid (1550–1551) enfrentó las posturas de Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda sobre la legitimidad de la guerra y los derechos de los indígenas. Antes, las Leyes Nuevas (1542) habían abolido formalmente la esclavitud indígena y ordenado liberaciones masivas, con resistencias económicas en minas y haciendas.
El documental explora, además, una vía de integración que suele pasar inadvertida: educación, lenguas y mestizaje. Se fundaron universidades y hospitales; se redactaron gramáticas de náhuatl y quechua para evangelizar y administrar; y, desde muy temprano, la Corona promovió matrimonios mixtos. Con el tiempo, sin embargo, surgieron jerarquías de “castas” y certificados de limpieza de sangre que rigidizaron la movilidad social.
En el plano económico, la extracción de plata y el ‘quinto real’ financiaron obras, ciudades y salarios en América, y sostuvieron el poder militar de la Monarquía en Europa. Pero la abundancia de metal también presionó los precios en la Península, favoreció importaciones frente a la manufactura local y coincidió con guerras costosas contra potencias como Francia, Inglaterra y el Imperio otomano. Hubo bancarrotas soberanas incluso en el apogeo de Felipe II.
Durante el siglo XVIII, con los Borbones, se intentó recentralizar y modernizar: se crearon nuevos virreinatos (como Nueva Granada y Río de la Plata), se reformó la administración y se potenciaron iniciativas científicas y sanitarias. La Expedición Filantrópica de la Vacuna (1803–1810) llevó la inoculación contra la viruela a América y Filipinas, un esfuerzo logístico inusual para la época que redujo la mortalidad y buscó proteger la economía colonial.
Aun así, la erosión geopolítica se aceleró. La ocupación napoleónica dejó a España sin capacidad de sostener su red trasatlántica; siguieron las guerras de independencia y, más tarde, la derrota de 1898 frente a Estados Unidos, con la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Fue el punto de inflexión que consolidó el final del imperio de ultramar.
El cierre del documental vuelve sobre el legado. Más allá del balance institucional y económico, destaca la pervivencia de un espacio cultural compartido por centenares de millones de hispanohablantes y un tejido de referencias literarias, jurídicas y urbanas que conectan ambas orillas del Atlántico. Un resultado complejo: avances y atrocidades, integración y conflicto, cuya huella sigue presente en la política y la sociedad iberoamericana.
En síntesis, DW propone leer la historia del Imperio español como un laboratorio de ambiciones materiales y búsquedas normativas que rara vez coincidieron. La expansión generó riqueza y estructuras; también dejó heridas y jerarquías. El declive respondió a desajustes fiscales, presiones bélicas y cambios del equilibrio mundial. Entender esa trayectoria, sugiere la pieza, ayuda a explicar tanto la fragmentación posterior como la vigencia de un patrimonio cultural común.